El diseño de las terminales aeroportuarias aterriza en el Ático de NAN de la mano de Carlos Lamela
El arquitecto Carlos Lamela, presidente ejecutivo de Estudio Lamela, ha sido el invitado de honor del tercer capítulo del Ático de NAN, retransmitido este jueves 2 de julio desde la terraza de Cibeles de Madrid.
Bajo el título «Los aeropuertos tras el Covid-19. La movilidad del mañana», el responsable de emblemáticos proyectos en materia de transporte ha acercado a los asistentes el diseño de encargos llevados a cabo por su estudio, así como sus reflexiones ante este nuevo e incierto panorama que se nos presenta.
Lamela ha comenzado su intervención hablando de la Terminal T4 del aeropuerto de Madrid – Barajas, remontándose para ello a los orígenes de este aeropuerto, allá por los años 30, bajo la firma del arquitecto Luis Gutiérrez Soto. «Cuando nos aproximábamos a la Expo del 92 y los Juegos Olímpicos, el Gobierno, que ya había definido los aeropuertos como parte del Ministerio de Transportes, estipuló que aquellos grandes aeropuertos que se tenían que hacer —Bilbao, Barcelona, Málaga, Sevilla y Madrid— fuesen llevados a cabo por arquitectos relevantes españoles», ha rememorado Lamela. En el caso de Madrid, se decidió sacar a concurso en el año 1996, siendo la T4 «la primera gran terminal que sale a concurso», adjudicándose a Rogers Stirk Harbour + Partners y Estudio Lamela. A pesar de la magnitud de la actuación, todo el diseño pretende ofrecer un área funcional y cómoda para el pasajero, un espacio urbanístico y arquitectónico con escala humana, tanto externa como interna, y alcanzar una máxima armonía con el entorno, reduciendo al mínimo posible el impacto medioambiental.
En lo que se refiere a la característica cromática de la T4 de Madrid-Barajas, Lamela ha resaltado que fue «una idea muy personal de Richard Rogers, querían unos colores alegres». Con respecto a la madera de bambú de la cubierta, el arquitecto ha resaltado que «da sensación de calidez y confortabilidad, algo que en un aeropuerto se agradece».
«La Terminal 4 supuso un antes y un después en nuestra vida profesional, nos permitió acceder a otro tipo de proyectos que no habíamos investigado como es la aviación», ha sentenciado Lamela.
Otro de los proyectos que ha destacado Carlos Lamela durante su intervención ha sido el aeropuerto Chopin, en Varsovia. El proyecto contempló la remodelación completa de la antigua Terminal 1 y de la nueva Terminal 2 (ahora Terminal A) y partió de la idea de construir una terminal compacta. El sistema estructural aplicado en la nueva terminal duplica los tramos de la estructura del edificio existente, manteniendo la misma modulación y logrando así continuidad espacial y homogeneidad arquitectónica. «Es un edificio muy sencillo y muy neutro, se trabajaron con presupuestos muy ajustados» ha señalado.
Por su parte, Lamela ha indagado en la ampliación del aeropuerto de Las Palmas de Gran Canaria. «Se hizo el proyecto justo antes de la crisis de 2008 y cuando comenzaron las obras vino el gran batazo económico mundial y hubo que reducir mucho el presupuesto», ha puntualizado. «Quizá lo más interesante de este proyecto, aparte de la conexión de la terminal nueva con la antigua, son las dársenas de llegada con una estructura de madera, que parecen una biblioteca gigante» ha resaltado el arquitecto.
Seguidamente ha explicado el proyecto de la nueva Terminal del aeropuerto de Tijuana, entre la frontera de México y Estados Unidos, y la ampliación de la Terminal del Aeropuerto de Schiphol (Ámsterdam, Holanda), una obra por donde transitarán 14 millones de pasajeros al año y cuyo ADN es la luz, las vistas y el espacio.
Lamela ha puesto en valor de este último proyecto que «los interiores van en consonancia con esa pureza de la arquitectura holandesa, materiales muy locales, madera, piedra… creando unos interiores muy luminosos y sencillos».
¿Qué le depara a la arquitectura del transporte?
«Vamos hacia un mundo que va a ser mucho más dirigido, más regulado y con más controles en los aeropuertos» ha asegurado Lamela en relación a sus perspectivas de cara al futuro. A los controles de seguridad, de pasaportes, de inmigración, etc. se sumará ahora los controles sanitarios. «Tendremos que acostumbrarnos a viajar con mascarillas, a llegar con más antelación, a no juntarnos…» ha augurado Lamela.
Por su parte, ha recalcado que «una terminal es un gran contenedor y deben ser lo más flexible posible, ajustándose a cualquier tipo de circunstancia. Se irán adaptando a la aviación y al tamaño de los aviones».
«Mi aeropuerto perfecto sería un aeropuerto pequeñito y embarcando a pie en el avión, pero ese aeropuerto solo cabe si el número de visitantes es menor. Tiene que ser muy sencillo, muy intuitivo y fácil de circular por él» ha confesado el arquitecto durante el turno de preguntas.
«Los materiales deben ser duraderos, sencillos y fáciles de mantener, sostenibles y de fácil crecimiento. Siempre digo que con sentido común y sensatez», ha culminado.