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Así fue el proyecto arquitectónico de IFEMA

En 1985 la ciudad de Madrid decide dotar a la ciudad de un gran espacio Ferial siguiendo las pautas de las principales ciudades europeas. Para la primera fase de 150.000 m2 se convoca un concurso restringido de proyecto y obra en el que participan las principales constructoras del país junto a los estudios de arquitectura dirigidos por:

  • Manuel Ayllon
  • José Antonio Corrales
  • Francisco Javier Sáenz de Oiza
  • Ricardo Aroca
  • Andrés Perea
  • Jerónimo Junquera y Estanislao Pérez Pita

Para comprender íntegramente el proyecto final hay que explicar el esquema de funcionamiento del conjunto que establecía las bases del concurso:

  • La necesidad de un eje central, a lo largo del cual se enfrentarían dos a dos los pabellones de exposiciones y al cual abrieran todas las puertas de acceso publico. Este eje estaría abierto en sus extremos Norte y Sur y donde se situarían las dos puertas principales del recinto. En la Sur y entre pabellones enfrentados, se situará el edificio de gerencia del Recinto que a su vez constituiría el acceso principal.
  • Un anillo de circulación rodada que abraza al conjunto proporcionaría el acceso de servicio a los pabellones, estos estarían separados entre sí por calles laterales.

Este esquema de partida, incuestionable por parte de los concursantes, da lugar a una pieza edificada concebida desde sus inicios invertida respecto al modo tradicional de entender los grandes edificios públicos: al exterior se ofrecen los espacios servidores mientras que los servidos quedan recluidos en el interior. Existía por tanto una inversión drástica que dificultaba enormemente la relación del edificio con el lugar, con el contexto urbano donde se inserta.

El otro factor determinante para entender el proyecto lo constituye la dimensión. El esquema exigido daba lugar a una espina central de 520m de largo por un ancho que podía oscilar entre 45m y 60m, con una altura de edificación máxima de 14m.

Como consecuencia de esto el estudio se encontró con una particular situación arquitectónica que consiste en la necesidad de desdoblar la escala con la que trabajar: la del recinto como conjunto, donde la vertical apenas está presente y por tanto la sección queda relegada a un segundo termino y el espacio central resultante de la disposición de los pabellones, donde naturalmente la relación horizontal vertical adquiere ya el valor habitual de cualquier proyecto arquitectónico.

Un edificio centrípeto, volcado al interior y con enorme dificultad de buscar elementos referenciales con el exterior se planteo como una abstracción arquitectónica: una sucesión de enormes cajas metálicas perfecta y nítidamente dibujadas por sus aristas, proporcionaban la imagen exterior sin buscar ni pretender crear un tipo arquitectónico identificable.

Traspasando el vestíbulo, espacio de acogida se afianza la espina central. Espacio compuesto por una secuencia de plazas rectangulares de diferentes tamaños. Se fragmenta intencionadamente la dimensión, el tamaño, de este espacio en busca de la 2ª escala, de aquella con la que el visitante percibe la arquitectura interior del recinto, ya sea esta abierta (plazas) o cubierta (dependencias anexas a los pabellones).

Completa el conjunto de la actuación, un edificio lineal donde se alojan, en la cabecera del mismo, la central térmica, disponiéndose a continuación todos los locales para talleres y almacenes que un ferial de estas características requiere.